SALAMANCA
Viajamos hasta Salamanca para conocer uno de los templos más curiosos. Estamos hablando de la Iglesia de Santiago del Arrabal.
Es el momento más que perfecto para viajar hasta Salamanca, una de las ciudades con más encanto de Castilla y León. Uno de los puntos más turísticos de la ciudad es la zona del Puente Romano. Precisamente allí, a orillas del río Tormes, encontramos un templo que llama poderosamente la atención.
Estamos hablando, cómo no, de la Iglesia de Santiago del Arrabal. Su construcción data del siglo XII, por lo que estamos ante una de las más antiguas de toda la ciudad. Una de las cuestiones que más sorprende es que su interior sea de estilo barroco, y es que la rehabilitación se llevó a cabo en el siglo XVIII.
La Iglesia de Santiago del Arrabal de Salamanca, a través de su historia
Para conocer su origen, debemos viajar hasta el año 1145. En ese momento comenzó su construcción, teniendo como objetivo erigir una iglesia de mozárabes. Estaba situada en el arrabal, es decir, en la zona situada fuera de las murallas de la ciudad. Desde el primer momento, esta Iglesia tuvo una relevancia verdaderamente notable.
Y es que cada año, hasta que fue clausurada en el siglo XIX, era visitada por miembros del Ayuntamiento de Salamanca tanto en la víspera como en el día de Santiago. Éstos acudían a caballo precedidos de nada más y nada menos que un heraldo con bandera. ¡Era sencillamente espectacular!
Por si fuera poco, y como dato curioso, hay que saber que la Iglesia de Santiago del Arrabal de Salamanca mantuvo, hasta 1772, el derecho de asilo. Solamente lo ostentaban este templo y la Catedral de la ciudad. Por lo tanto, esto nos da una idea de hasta qué punto esta Iglesia era prestigiosa.
La Iglesia de Santiago del Arrabal de Salamanca, a través de sus características
Una de las que más llama la atención la encontramos en el exterior: está construida en ladrillo. Originalmente, esta Iglesia contaba con toques románicos y mudéjares pero, debido a las reformas realizadas entre 1951 y 1965 por el arquitecto Anselmo Arenillas, vallisoletano, provocaron que el aspecto exterior cambiase de manera radical.
De esta manera, muchos autores aseguran que la intervención arquitectónica de Arenillas ha provocado que no se conserve prácticamente nada de lo que se encontraba, originalmente, en este templo. Es más, tienen claro que inventó un nuevo edificio tras la eliminación de la torre, el cambio de los accesos o, incluso, el hecho de rehacer las paredes internas y externas, entre otras cuestiones.
Por lo tanto, lo único que nos puede llegar a dar una idea de cómo era antiguamente esta Iglesia es su interior, aunque sin apenas elementos mudéjares por esa reforma del siglo XVIII. A pesar de todo, sí que merece la pena descubrir su historia ya que nos deja aún más fascinados con el interior del templo, que nada tiene que ver con su exterior.