ÁFRICA
La Avenida de los Baobabs es uno de los lugares más frecuentados por los turistas que visitan Madagascar. ¿Nos acompañas a descubrirla?
Madagascar es un país insular que se encuentra en el océano Índico, ante la costa sureste del continente africano. Puede que no sea uno de los más frecuentados por los turistas, pero eso no quiere decir que no tenga lugares interesantes por conocer. Por ejemplo, la Reserva de Anja, el Parque Nacional Tsingy o el río Tsiribihina. Pero sin lugar a dudas, más conocida que todos ellos es la Avenida de los baobabs, imagen típica de las postales de este país.
De ella podemos decir que se trata de un camino de tierra cuyos lados están repletos de baobabs. ¿Y qué son los baobabs? Unos árboles enormes y longevos bastante particulares, pues sus ramas parecen raíces y en ocasiones da la sensación de que están colocados del revés.
Este camino de tierra tan famoso de Madagascar, conocido como Avenida de los Baobabs o Callejón de los Baobabs, comunica Morondava con Belon'i Tsiribihina. Pero cabe apuntar que los viajeros que acuden hasta allí están interesados en ver ese camino, más que en las ciudad unidas por él.
Tal es su importancia que en el año 2007 el Ministerio de Medio Ambiente, Agua y Bosques le dio el estado de protección temporal con la idea de convertirlo después en el primer monumento natural de Madagascar. Y es que de naturaleza va sobrado, pues se trata de un área de más de 3 kilómetros cuadrados repleta de estos majestuosos árboles. Miden alrededor de 30 metros de altitud y algunos de ellos tienen más de 800 años de vida.
Así, desde hace muchos años los turistas deciden acercarse a esta zona y contemplar su belleza. Y es que aunque no sea el único lugar de la isla donde se encuentran ejemplares de este árbol, si es la que más permite apreciarlos. Porque se alzan a ambos lados de un camino limpio, donde no hay nada que entorpezca las vistas. Porque el aparcamiento que se ha habilitado para dejar los coches está apartado con ese mismo fin.
Cabe apuntar, además, que hay un baobab que destaca sobre los demás. En su caso tiene más de un milenio y ese es el motivo por el que está protegido. De hecho, se encuentra en el interior de un cercado, algo que lo hace todavía más protagonista. Como señal de respeto, por raro que parezca, hay que dejar los zapatos fuera y acercarse a él descalzo.
El lugar y los baobabs, sobre todo este que acabamos de mencionar, merecen un buen rato de visita. Pero si el viajero quiere disfrutar realmente de la zona lo mejor es hacerlo o al amanecer o al atardecer. Entonces el cielo se tiñe de rosas, amarillos y naranjas. Los árboles se convierten, según la hora, en siluetas oscuras. Y el turista disfruta de una de las mejores estampas que regala Madagascar.