Suceso sonrojante en un hotel de lujo de Miami. Un Lamborghini Aventador en llamas y los transeúntes mirando atónitos la excéntrica imagen. Decimos sonrojante porque el culpable no ha sido el conductor del vehículo,
sino el aparcacoches de este resort. Quizás el empleado no se pudo contener al hacerse con el control del ‘monstruoso’ V12 del superdeportivo y una consecución de intensos acelerones provocó que
de los escapes traseros comenzasen a surgir las llamaradas. Finalmente, la rápida intervención de algunas de las personas que miraban la escena con asombro pudo minimizar los daños que hubiese sufrido esta pieza de
más de 350.000 euros.